Martes 22 de diciembre de 2015, por Prensa - Colectivo

Nacida en La Troja, una vereda del Resguardo de Mosoco. Como para cualquier indígena, su vida en el movimiento empieza con su nacimiento, un momento marcado con la siembra del ombligo. Sin embargo, el compromiso organizativo de Aída se afianzó con la tragedia de 1994, cuando debió salir de su tierra en calidad de damnificada por la avalancha del río Páez.
Desde los 10 años Aída vio como el mismo Ejército violaba a las mujeres y asesinaba a los hombres, y empezó a pensar que había que defender la vida y la dignidad de su pueblo. El silencio nos ha matado a muchas mujeres en Colombia, señaló en una entrevista en 2011.
En marzo del 2007 Aída fue escogida por las Asociaciones de Cabildos Juan Tama y Nasa Cha-Cha (del oriente del Cauca) como representante de esa zona del departamento a la consejería del Cric. Aída había sido Consejera Mayor del Consejo Regional Indígena del Huila en el 2003-2004, surgido de los reasentamientos, y entonces se desempeñaba como promotora de salud.
En por primera vez en la historia de esta organización, fundada en 1971, una mujer fue nombrada en este cargo. Junto con ella, ese año se presentaron dos mujeres más a este cargo: Libia Paz, representante de los Yanaconas, y Marli Cuspus, de los Coconucos.
En el año 2008, Aída lideró la Minga que durante varias semanas movilizó a decenas de miles de indígenas hacia Bogotá para exigir el cumplimiento de de los acuerdos con los pueblos indígenas del Cauca.
En el proceso de la Minga Aída recuerda que se encontró con un niño afrocolombiano en Fusagasugá que la abrazaba y lloraba, que le contaba que su mamá y su papá habían sido asesinados meses antes por paramilitares. Nunca supo cuál fue su suerte.
En retaliación por ese liderazgo, el 16 de diciembre de 2008 fue asesinado su compañero y padre de su hija Edwin Legarda. Meses después, su hija también fue víctima de un atentado.
El 10 de septiembre de 2011, el Juzgado segundo penal del circuito especializado de Popayán condenó a pena de 40 años de prisión a seis miembros del Ejército Nacional involucrados en el homicidio de Edwin Legarda. Estos hechos la golpearon fuertemente y la obligaron a usar un esquema de protección, pero Aída se negó a ser escoltada por la fuerza pública y su esquema está integrado por la Guardia Indígena.
Después de terminar su periodo como Gobernadora del CRIC, Aída Quilcué regresó a su territorio y continuó con su trabajo diario de reivindicación de los derechos de su pueblo Nasa, y con su liderazgo en espacios donde se discuten los derechos de los pueblos indígenas y el conjunto de los derechos humanos.

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