Francia premia al Movice: Saludo del Cajar

Francia premia al Movice: Saludo del Cajar

Desde el Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo” –Cajar-, queremos expresar nuestras más sinceras felicitaciones al Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado –Movice-, a sus quince capítulos, por este premio que otorga la República Francesa de derechos humanos. Es un premio muy importante porque es un reconocimiento a las luchas que ha librado el Movimiento por la defensa de sus derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación integral y a las garantías de no repetición.

Ver saludo en video:

Este premio es importante porque se da en el contexto de la conmemoración de la declaración sobre defensores de derechos humanos, que cumple 20 años, pero también en el marco de la conmemoración de la Declaración Universal de derechos humanos, que cumple 70 años. Es un premio que ha sido otorgado a muchas personalidades del mundo, que han librado también una lucha incansable por la defensa de derechos, y por eso creemos que éste reconoce la lucha que ha librado el Movimiento pero también reconoce que construir la paz en Colombia significa que se reconozcan los derechos de las víctimas de crímenes de Estado, que la sociedad reconozca lo que nos pasó en términos de políticas de exterminio contra movimientos políticos de oposición y movimientos sociales que han reivindicado los derechos de las comunidades indígenas, campesinas, afro, entre otras.

El Movice tiene una larga trayectoria, es un proceso colectivo de muchos años de lucha y resistencia; el sueño de tener un movimiento nacional de víctimas de crímenes de Estado surgió desde la década de los noventa, cuando en Colombia el modelo de represión cambió profundamente y empezó toda una política de genocidio y persecución, en ese momento, contra la Unión Patriótica y posteriormente -con el apoyo de la estrategia paramilitar- que a lo largo y ancho del país cometió muchas masacres y fue responsable de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y otras violaciones de derechos humanos que involucran la responsabilidad del Estado y sus agentes, tanto por acción como por omisión.

En ese momento y a partir de un Tribunal Permanente de los Pueblos que hubo en la década de los noventa, se empezó a generar la idea de crear una comisión de la verdad que pudiera esclarecer lo que estaba pasando en Colombia y allí la necesidad, también, de fortalecer un movimiento desde las víctimas de crímenes de Estado. De ese proceso nació lo que fue el proyecto “Nunca más crímenes de lesa humanidad en Colombia”. Este proyecto fue la semilla que luego permitió empezar a juntar los testimonios, relatos, memorias y resistencias de los movimientos sociales y de las víctimas. Cuando finalmente logramos articular, tejer esas redes con las víctimas en las regiones fue precisamente durante el mal llamado “proceso de negociación paramilitar” del 2005, un proceso que buscaba generar impunidad frente a la responsabilidad de estructuras paramilitares y, por supuesto, dejar de lado la responsabilidad del Estado en lo que fue y en lo que ha sido el accionar del fenómeno paramilitar.

En el año 2005 nos reunimos más de mil personas, hombres y mujeres, provenientes de diferentes regiones del país y se definió crear el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado. De allí sale su primer manifiesto y se logra reivindicar, como bandera de lucha, que no se puede renunciar a las posibilidades de encontrar la verdad, de exigir justicia y de que se reparen integralmente todos los daños causados tanto individuales como colectivos a las víctimas. Ese fue un momento muy importante que nos llevó a generar todo un proceso de movilización, como la acción que tuvimos que hacer en el Congreso de la República. Mientras eran recibidos como héroes los miembros de las estructuras paramilitares, las víctimas estaban afuera clamando verdad y justicia; fue un momento importante porque hizo un llamado a la sociedad en su conjunto a que no podía avanzar este proceso sin que se reconocieran los derechos de las víctimas de crímenes de Estado.

A partir de allí empezamos a tejer propuestas para lograr esclarecer estos crímenes, como lo fue la posibilidad de crear una estrategia por la verdad a través de la Comisión Ética, que ha hecho y sigue haciendo un trabajo muy importante contra la desaparición forzada y por el derecho a enterrar, pero también una estrategia jurídica como lo fue el Catastro Alternativo que permitió llegar a los máximos responsables de los crímenes de lesa humanidad y saber que detrás de toda esta criminalidad y del despojo de tierras hay intereses económicos y de acumulación.

La organización de las víctimas de crímenes de Estado ha estado acompañada de muchas otras organizaciones, y para el Colectivo ha sido muy gratificante haber acompañado este proceso codo a codo desde hace más de 15 años, estar al lado de las víctimas construyendo estrategias por la exigibilidad de sus derechos.

A veces nosotros mismos y nosotras mismas también, como defensoras y defensores de derechos humanos, hemos sido victimizadas. También el Estado se ha ensañado contra nuestra legítima labor y hemos sido blancos de políticas de persecución, de inteligencia ilegal y de amenazas por parte del propio Estado. Por eso nos sentimos parte del Movimiento que tiene un gran acumulado.

Hoy tenemos grandes retos y enormes desafíos. El Movimiento ha jugado un papel fundamental en la construcción de paz; jugó un papel importante dentro del proceso de negociación con las Farc en el que consiguió que se reconociera la existencia de las víctimas de los crímenes de Estado. El Acuerdo Final de Paz, en el marco de lo que es el Sistema Integral de Verdad, Justicia y Reparación, logró incorporar efectivamente las responsabilidades de agentes del Estado y de terceros. Fue un paso importante pese a que cuestionábamos algunos elementos que considerábamos debían ser mucho más amplios en relación esta responsabilidad.

En el Congreso de la República, el Movice se destacó por su presencia permanente en la implementación del Acuerdo de Paz, por seguir exigiendo que los derechos de las víctimas no podían ser limitados, que no podían ser materia de regresión porque son derechos universalmente consagrados y que por tanto el Acuerdo no podía estar por debajo de lo que los propios tratados internacionales han reconocido.

El Movimiento ha estado presente y parte de lo que se ha logrado en la implementación del Acuerdo ha sido gracias a su accionar. Hoy parece ser que esas banderas que hemos levantado, que esas esperanzas que hemos puesto en este Acuerdo de Paz se ven limitadas porque precisamente estos sectores que han estado vinculados al terrorismo de Estado, nos siguen viendo como enemigos internos, han hecho todos sus esfuerzos para limitar los derechos de las víctimas, por lo tanto tenemos que continuar la lucha.

Estos sectores son los mismos que se niegan a reconocer la existencia de víctimas de crímenes de Estado, sectores políticos y dentro de las Fuerzas Militares que no reconocen que en Colombia puede existir una diversidad, formas de vida distintas, propuestas alternativas al modelo de desarrollo, propuestas políticas de cara a consolidar una verdadera democracia, y que estas propuestas tengan asiento en la vida social del país.

Estamos en un momento difícil y crítico pero esto nos tiene que llevar a articular esfuerzos, a seguir fortaleciendo nuestros procesos de unidad, a seguir defendiendo nuestros derechos, a contribuir en lo que puede ser hoy un escenario de oportunidad como lo es la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad –CEV- y la propia Jurisdicción Especial para la Paz –JEP-. A pesar de algunas limitaciones que hay, son escenarios que tenemos que seguir luchando y, más allá de lo que podamos lograr en materia de verdad, justicia y reparación, tenemos que seguir luchando porque la sociedad colombiana entienda las causas y los responsables de estos procesos de exterminio y persecución, que por tanto conozcan lo que ha pasado en Colombia, esa verdad completa, ese derecho a saber, esa memoria que tiene cualquier sociedad que ha sufrido graves violaciones de derechos humanos.

Esta es la forma que tenemos para que la sociedad se levante y diga: nunca más se pueden repetir estos hechos, nunca más podemos permitir que se siga cegando la vida de personas, de seres humanos y de comunidades por el hecho de defender derechos. Tenemos que seguir en pie, tenemos que seguir resistiendo pero con la esperanza, con la unidad y con la dignidad que deben tener las víctimas.

Este es el aliciente para que las organizaciones, para los que creemos que podemos construir una Colombia distinta sigamos adelante. Cualquier democracia, cualquier Estado social de derecho, se legitima en la medida en que reconoce, respeta y garantiza derechos humanos y, por supuesto, en la medida en que reconoce la existencia de unas víctimas que han sido negadas y silenciadas para avanzar en la construcción de esa paz.

Un abrazo colectivo de este conjunto de hombres y mujeres que hacen parte de nuestra organización, un abrazo fraterno y todo nuestro acompañamiento permanente. Siempre vamos a estar allí y siempre vamos a seguir construyendo con ustedes codo a codo, juntos, estos procesos de lucha contra la impunidad y por una paz estable y duradera. Porque seguimos siendo semilla, porque somos memoria, porque somos el sol que renace ante la impunidad, porque vamos a seguir luchando por el sin olvido.

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