¡Qué buena noticia! ¡Qué gran noticia! Me alegro en su alegría y me congratulo con su trayectoria.

Al leer la noticia de la celebración de los 35 años, mis neuronas de inmediato se transportaron a aquel día en que conocí el germen, es decir, sus inicios, allá en el apartamento de la Calle 17 con Carrera 4. ¿El año? Las neuronas fallan. ¿1979? ¿1980?

 

 

Llegué a comentar un caso, a solicitar apoyo para una persona. Para una religiosa.
Ahí se entrecruzaron caminos, entre ustedes y la pequeña corriente de cristianos en las luchas populares.

Es bueno decirlo y recordarlo, es necesario despertar las neuronas de la memoria.
Ustedes y unas contadas organizaciones,
desconocidas entonces para la opinión pública, pero muy bien conocidas,
seguidas y observadas por los enemigos de las libertades civiles y políticas…

Bien detectadas por los opositores, civiles y uniformados, inclusive eclesiásticos,
de los Derechos Humanos, de las personas y de las organizaciones libertarias…
Unos y otros, absolutamente opuestos a los cambios estructurales…

Esas contadas organizaciones tuvieron la osadía de enfrentar
el eterno estado de sitio y de solidarizarse con sus víctimas,
ya entre las rejas carcelarias, ya en las veredas, calles y barrios populares.

Histórica fue la Marcha por la Vida, del 5 de junio de 1986,
un evento fruto de la convergencia de muchas personas y de diferentes colectivos y organizaciones,
para gritar ¡Basta!, aunque fue en silencio. Allá y allí, estaban ustedes.

La financiamos con la venta de rostros-mascaritas, en arcilla, tristes y en lágrimas…,
expresión del dolor por el parto de los DD-HH.

Esas muy pocas organizaciones colocaron los primeros ladrillos
de la incipiente coordinación de ONGs de DD-HH.

El CINEP fue su sede.

Luego, en un segundo paso, se gestó el “Colectivo por la Vida 5 de Junio”.
Arreciaban los seguimientos de la Fuerza Pública, abiertos y encubiertos,
la persecución, la desaparición forzada, las detenciones ilegales, la tortura,
los asesinatos políticos, los primeros “paras”…

Jamás pensamos que vendrían días peores. Días fatales. Días y noches indescriptibles…

Para esa nueva etapa nos dotamos del “Grupo de Trabajo Internacional por los Derechos Humanos”.

“Crece la audiencia”, dijo el poeta. Necesitábamos la solidaridad nacional e internacional,
“Ternura de los Pueblos”. Demasiado pesada era la tarea.

La sede de la Revista Solidaridad, Aportes Cristianos para la Liberación, Calle 42, Barrio Palermo,
se convirtió, de cierta manera, en la “casa” de esas dos etapas.

Y así, en medio de persecuciones, malquerencias, “seguimientos”, calumnias, “falsos positivos”,
asesinato de compañeras y de compañeros, dificultades y largos debates,
se llegó a la conformación de la “Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos”.

Un esfuerzo de múltiples personas y organizaciones, un parto colectivo y una andadura muy útil para el país,
para los sectores populares y para las víctimas.

En esa caminada es preciso reconocer el apoyo y la solidaridad de organizaciones de diferentes países.

Volviendo a ustedes, apreciado Colectivo Alvear, con su compromiso largo de 35 años,
con su aguante y resistencia, con su constante trabajo legal y sus triunfos en los estrados judiciales,
con sus denuncias permanentes, con sus foros y publicaciones,
con sus puertas siempre fraternalmente abiertas para las víctimas,

— aunque cuasi infranqueables por medidas de seguridad,
para evitar la llegada intempestiva de los victimarios–,
y con razón, porque les han llegado no solamente anuncios y sufragios de muerte,
sino porque les han hecho diferentes seguimientos y atentados,
ustedes, sí, han protagonizado una hazaña humanitaria y porque significativamente humana, histórica.

Gracias de corazón. Gracias en admiración. Gracias muy merecidas.

Si los Derechos Humanos tienen hoy mucha resonancia en el ámbito nacional…

Si los derechos Humanos son hoy una conquista, teórica y práctica…

Si las nuevas generaciones saben algo o mucho en el tema-cuestión-realidad de los Derechos Humanos…

Si las organizaciones de Derechos Humanos han ganado un espacio en el país y a nivel internacional…

Si hoy se levantan banderas de exigencia y defensa de los Derechos Humanos por la geografía nacional…

Si todo eso ocurre, también sucede gracias a ustedes, de manera particular…

Pero sigan presentes, sigan en la brecha, abran nuevas trochas…

Porque todavía nos falta mucho…

Quiero extender también un saludo a las organizaciones de Derechos Humanos,
de primera generación, en el país:

CINEP,

Colectivo de Solidaridad con los Presos Políticos (CSPP),

Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos,

Comisión Colombiana de Juristas, que inició como seccional de la Comisión Andina de Juristas,

ASFADDES (Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos),

Coordinación de Grupos Cristianos y CEBs-Revista Solidaridad, Aportes Cristianos para la Liberación

Revista Colombia Hoy.

Colectivo Alvear: sostengan sus compromisos y sus luchas, muchos años más…
Hasta que verdaderamente despunte el amanecer del nuevo país…

Ustedes y las organizaciones mencionadas han alimentado la luz aún tenue de la aurora
que anuncia ese nuevo amanecer en parto…

Héctor Alfonso Torres Rojas.

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