Los kankuamos se aferran a la memoria, para seguir tejiendo y sembrando vida

Los kankuamos se aferran a la memoria, para seguir tejiendo y sembrando vida

Muchos en Atánquez, y en el pueblo Kankuamo, encendieron velitas la pasada madrugada del miércoles, para iluminar el camino de la virgen María, otros reencendieron mechones y lámparas de su memoria para no olvidar a quienes les fueron cortadas sus ramas en plena primavera. “Como si fuera hoy, aferrados a no olvidar para seguir sembrando, reparando y tejiendo vida digna”, el cabildo menor de Atánquez, Isaac Gutiérrez Montero, con el apoyo de familiares y autoridades de la Organización Indígena Kankuama- OIK, con cientos de Kankuamos y atanqueros, recorrieron las principales calles, con ofrenda floral visitaron las tumbas y por la nochecita recrearon en la plaza principal la fatídica madrugada con un video de Kankuama TV denominado ‘Tiempos malos’, para no olvidar a cientos quienes como el líder tradicional Abel Alvarado, Franklin Arias, José Manuel Cáceres y Alfredo Borrego, están abonando la Madre Tierra”, así lo indicó Delvis Estrada, coordinadora de mujeres de la OIK.

 

 

En Atánquez como en muchas comunidades del pueblo Kankuamo, al comienzo de la navidad y en otras fiestas como la del fin de semana pasado, el II Encuentro Cultural Étnico organizado por la Fundación Manzanares y el respaldo de la comunidad ávida del reflorecimiento de un pueblo cultural, el efecto del danzar a punta de guitarra, acordeón y chicote kankuamo y el Chirrinchi (bebida tradicional Kankuama), el goce de la fresca navidad, la alegría de reencontrarse con muchos paisanos, el disfrute de un buen sancocho gorriao, hizo que muchos perdieran, esa madrugada del 8 de diciembre del 2002, la malicia indígena, tal como le sucedió a Franklin Arias Arias, Alfredo Borrego, José Manuel Cáceres y el precavido `Mamo Abelancho` Abel Alvarado.

Ellos como cientos atanqueros cerca de las 4 de la madrugada, después de tomarse un trago de café serrero, llegaron al mercado (expendio de carne), sin pensar que era el sitio escogido para su partida. Cuando una de sus victimas se disponía a regresar a su nido materno, le echaron mano, cuentan amigos y familiares que “el mamo Belancho añoró tener colgada su mochilita blanca; enseguida otro depredador quiso inmovilizar a Alfredo Borrego y este a muñeca (puño) limpia casi lo desarmó, propinándole el águila humana dos disparos de gracia; luego mataron cerca de la inspección de policía a Juan Manuel Cáceres”. “Ahí se prendió la de Troya, gritos, desespero, corre que corre, el terror invadió el pueblo, todos supimos entonces que los paramilitares o llamados ‘paracos’ se habían tomado el pueblo otra vez”, contó un docente.

Por su parte, una señora que se escondió con otros en una casa, relata que “cuando aparentemente volvió la calma, no escuchábamos pasos de botas, ni el corre que corre, decidimos salir, para tan mala suerte que a ‘Casto’ cuando ya había caminado como una cuadra, lo reconoció un encapuchao y grito que lo cogieran”. Franklin Arias, “fue un joven dirigente deportista, padre de dos hijas menores”, así lo recuerdan compañeros jugadores de fútbol, del equipo Chino. Acto seguido, “en un carro de la vía se llevaron a Franklin, Horacio y Abel”, siguen narrando, y como en incursiones anteriores al que se llevaban o bajaban de un carro, regresaba a su territorio ancestral en cuatro tablas, una madre como pocas, la señora Asunción ‘la hija’ recuerda que “me aferré a mi Dios y al Santísimo Sacramento, corrí como pude detrás del carro que conducía a uno de mis hijos, en la entrada de Pontón les imploré en el nombre de Dios, con el corazón en las manos, al rato abracé y regresé con mi hijo vivo”, constituyéndose Horacio Maestre una de las poquísimas victimas que regresaron a su pueblo caminando.

Como todos vaticinaron, Franklin conocido como ‘casto’, “lo ultimaron a la entrada de Pontón, a 10 minutos de Atánquez, luego que dieran la orden por radioteléfono, pero antes le habían disparado a Abel Alvarado sin orden de los superiores”. Por su parte una hija de Abel se sobrepuso y contó que “supimos que el Mamo Belancho, se lo llevaron de la entrada de Pontón en un carro de la vía, herido, como a las 9 de la mañana, y nuestros familiares y amigos en su mayoría del barrio la Lomita, encontraron su cuerpo como a las 11, sin camisa, amarrado, garroteado como un animal y con varios impactos de bala”.

Los cuerpos de José Manuel y Alfredo, agricultores kankuamos, como el de Franklin sus familiares y amigos los recogieron, y el cuerpo de Abel Alvarado, líder indígena tradicional del pueblo Kankuamo, capitán de la danza de los diablos que hace parte del Corpus Cristi, dirigente cívico, padre de más de una decena de hijos, amigos y familiares después de mucho debatir, si lo dejaban que se lo llevaran para Valledupar, decidieron a cuenta propia regresarlo a su tierra natal a prima noche; al día siguiente en un entierro colectivo fueron sembrados en los cementerios católico y evangélico de la comunidad de Atánquez, capital del resguardo del pueblo Kankuamo. En la Sierra Nevada de Santa Marta como en muchas partes de Colombia, los familiares le daban cristiana sepultura a los suyos, sin el llene de los requisitos de rigor. Territorio sin Ley y con muchos amos.

Al final, con el frío abrasador de la Sierra Nevada y las noches navideñas de la mágica Atánquez, y una caliente viranga (agua de panela), unos viejos entre ellos el padre del Mamo Abel, el chicotero cantor Francisco “chico” Alvarado, con carrizo en mano, motivaron a decenas de jóvenes “no olvidemos muchachos esa madrugada del ocho de diciembre del 2002, cuando miembros de paramilitares vestidos de prendas y armas de uso exclusivo de la fuerza militar, recorrieron cada callejón de nuestra comunidad, guiados por sabuesos, como Agüilas Negras, aprovecharon la complicidad de la noche, el derroche de los fiesteros Kankuamos, atánqueros y visitantes, controlaron los caminos de salida y acceso al pueblo, llegaron de noche, se camuflaron, no dejaron salir ni entrar a nadie al pueblo, les daban panela a los perros para que no ladraran…”, relatos como estos refrendados al unísono por los caminantes de la paz y no al olvido, en atánquez este miércoles 8 de diciembre del 2010.

“La cita será muy pronto, en esta ocasión también resembraremos en la memoria de todos, los cinco hermanos kankuamos, entre ellos las cuatro mujeres que murieron por efecto de una granada, el 31 de diciembre a las 11:20 de la noche, víspera de año nuevo también en atánquez, porque no hay derecho a olvidá”, finalizó Delvis Estrada, coordinadora de mujeres de la OIK.

Desde Atánquez, ¡un pueblo para la historia!. comuniKankuy… pronto fotos….

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