COVID-19  y ambiente: La lección de la naturaleza

COVID-19 y ambiente: La lección de la naturaleza

Sin duda alguna, la crisis sanitaria, social, económica y ecológica que se vive a nivel mundial por el Covid-19, provoca unas repercusiones concretas en el ambiente del planeta, es decir, en cada uno de los territorios que cohabitamos con diversas formas de vida, que en la vertiginosa cotidianidad del capitalismo, son casi invisibles…

… a los ojos de la humanidad, secuestrada por el afán impuesto por el modelo económico de desarrollo tanto a nivel global, como local.

Escúchela en Mp3 – Producción conjunta con Banca del Parque Radio

Así pues, ha generado gratas sorpresas, el hecho de ver cómo, de manera repentina, por ejemplo, ríos y canales de Venecia descontaminados, transparentes y con peces, la aparición de distintos animales en calles de ciudades como ciervos en Nara, Japón, pavos reales en Madrid, España, zarigüeyas en Neiva, delfines en la bahía de Cartagena o hasta un zorro en Bogotá, algo que con la presencia de los animales humanos no se habría dado, lo cual nos indica que en nuestra ausencia, los territorios, sus dinámicas naturales y las distintas relaciones ecológicas que existen en los mismos, se recuperan. Existe memoria en las especies. La naturaleza nos da una lección a través de las pequeñas cosas que dejamos de valorar, que nos permite recordar a la bella cantautora latinoamericana Mercedes Sosa, quien siempre nos invitó a valorar el cantar de la cigarra, el respirar un aire limpio con tranquilidad o disfrutar de la compañía de la abuela.

Pues bien, podemos resaltar que las medidas como la cuarentena y el aislamiento, que han tomado gobiernos como el de China -primer país afectado por el Covid-19-, Italia, España, Irán o Alemania, han causado algunos efectos en materia ambiental, que se pueden evidenciar a corto plazo, pero que solo se podrán dimensionar a largo plazo, dependiendo de la duración y alcances que tengan dichas medidas. Resaltamos entonces algunos de ellos:

  • Disminución en el consumo de combustibles fósiles como carbón y petróleo.
  • Reducción progresiva de la huella ecológica de la humanidad causada por el consumo vertiginoso.
  • Disminución de ritmos acelerados de sectores de la economía, como el industrial, minero-energético, construcción, comercio o turismo, que impactan en los ecosistemas y territorios que resultan afectados -irreversiblemente en muchos casos- por sus actividades abusivas y ecocidas.
  • Caída del precio del petróleo en las bolsas del mundo y limitación a la especulación financiera basada en elementos de la naturaleza como el oro, coltán y metales en general.
  • Mejoramiento paulatino de la calidad del aire de las ciudades. (¿Sabían que las localidades de Bogotá con mayor contaminación atmosférica son Puente Aranda, Fontibón y Kennedy-Techotiva?).
  • En Wuhan y en toda la República Popular China por ejemplo, a través de monitoreo satelital se detectó la disminución de dióxido de nitrógeno (NO2) en casi un 30% en comparación con las emisiones del 2019.

  • Posibilidad de recuperación o restablecimiento de ecosistemas afectados por dinámicas extractivas impuestas por el capitalismo.
  • Disminución paulatina de gases de efecto invernadero – GEI, como el CO2, que son las que agravan el fenómeno del calentamiento global.
  • Posibilidad de generación de reflexiones comunes y colectivas sobre nuestros patrones de consumo y los daños que estos provocan al ambiente.
  • Valorar intrínsecamente todas las formas de vida de los territorios. (Reconocer la existencia de los animales que consumimos)
  • Comprender que la forma de enfrentar la crisis climática, es cambiando hábitos cotidianos de consumo en casa, oficina, barrio y ciudad. (Todas nuestras acciones impactan a la naturaleza)

En últimas, estos efectos nos conducen a reflexionar de fondo sobre el modo en que estamos viviendo como humanidad, nos confronta directamente para preguntarnos: ¿Nuestro proyecto de vida está afectando otras forma de vida, naturaleza y ambiente? ¿Podemos hacer cambios hoy mismo en nuestros hábitos de consumo para contribuir con el cuidado de los territorios? ¿Entendemos ahora, que los responsables de dañar a la naturaleza son los gobiernos y empresas violadoras de derechos ambientales que no han respondido política ni judicialmente? El problema raíz es el modelo de vida que nos imponen, aprovechemos este respiro para despertar, hacer cambios radicales y exigir que nuestras vidas dejen de ser cooptadas y privatizadas por los caprichos de la banca.

¡Que vivan la autodeterminación de los pueblos, la naturaleza, las autonomías y todas las formas de vida libertarias y rebeldes!

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