Denuncia Pública por agresión a víctimas de Mapiripán

Humanidad Vigente, Corporación Jurídica, rechaza y denuncia ante la comunidad nacional e internacional las agresiones verbales y amenazas contra la vida e integridad proferidas en contra de las víctimas de las masacres de Mapiripán ocurridas entre los años 97 y 98, y a miembros de las organizaciones de derechos humanos acompañantes, el pasado viernes 28 de febrero en la plaza de Bolívar de la ciudad de Bogotá cuando realizaban un plantón exigiendo la renuncia del magistrado Fernando Alberto Castro Caballero al considerar que éste no es juez imparcial para decidir sobre la libertad del General Jaime Humberto Uscátegui.

 

 

Humanidad Vigente, Corporación Jurídica, rechaza y denuncia ante la comunidad nacional e internacional las agresiones verbales y amenazas contra la vida e integridad proferidas en contra de las víctimas de las masacres de Mapiripán ocurridas entre los años 97 y 98, y a miembros de las organizaciones de derechos humanos acompañantes, el pasado viernes 28 de febrero en la plaza de Bolívar de la ciudad de Bogotá cuando realizaban un plantón exigiendo la renuncia del magistrado Fernando Alberto Castro Caballero al considerar que éste no es juez imparcial para decidir sobre la libertad del General Jaime Humberto Uscátegui, excomandante de la Séptima Brigada condenado a 40 años de prisión al ser hallado responsable y coautor de los delitos de homicidio y secuestro en hechos en los cuales perdieron la vida más de 49 personas en Mapiripán Meta a manos de paramilitares, quienes torturaron y descuartizaron a las víctimas. Por este crimen el Estado Colombiano fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el año 2005.

La tragedia continúa para las familias de las víctimas.

En el ejercicio de exigencia de sus derechos, las víctimas quienes provenían del departamento del Meta, fueron recibidas en la plaza de Bolívar por una comitiva que acompañaba a el candidato a la cámara por Bogotá con el aval del partido conservador José Jaime Uscátegui, hijo del general, quienes con insultos, palabras soeces, injurias y graves amenazas contra la vida e integridad de defensores de derechos humanos que acompañaban el plantón trataron de sabotear el derecho y la exigencia de las víctimas a un juez justo. “Si sigue arengando lo vamos a quebrar”, esta fue una de las amenazas que recibió un defensor de derechos humanos durante la jornada; a otra participante del plantón le mostraron el arma de dotación perteneciente al escolta del candidato Uscátegui con el fin de intimidarla y que se retirara del lugar.

Humanidad Vigente reitera su preocupación por la vida e integridad de las víctimas de las masacres de Mapiripán, como ya lo habíamos expresado hace pocos días, luego que la comunidad se reuniera con delegados de la Unidad Nacional de Víctimas y restitución de tierras, algunas personas que participaron de la reunión fueron amenazadas incluso en su integralidad sexual; y hoy luego de continuar su lucha por el camino de la verdad y la justicia son nuevamente revictimizadas esta vez por el hijo del victimario.

Por lo anterior reiteramos nuestras exigencias

Al gobierno a través de la Unidad Nacional de Protección para que de manera urgente e inmediata se garantice la protección de las víctimas de Mapiripán adecuando las medidas ya otorgadas para que realmente resulten útiles y efectivas.

A la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las víctimas, con el fin que de forma ágil y en consenso con la comunidad de Mapiripán restablezcan los derechos de las víctimas y tomen medidas eficaces, para que estos crímenes no vuelvan a repetirse.

A los organismos de investigación, control y autoridades judiciales para que actúen de manera diligente a fin de identificar, individualizar, juzgar y sancionar a los responsables de dichas amenazas.

A los organismos internacionales de Derechos Humanos, organizaciones sociales y de derechos humanos, y comunidad internacional su seguimiento a estos repudiables hechos, y acompañamiento y solidaridad con las víctimas de Mapiripán en sus justas exigencias.

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