Sembrando dudas

Sembrando dudas

Residuos orgánicos, hambre y carestía

 

No pretende esta nota señalar un camino, solo busca sembrar dudas para construirlo…

 

Sucedió hace varios años, en una charla a personal de la salud cuando se les preguntó qué pasa con el material del sanitario una vez se baja la manija que da paso al agua en el inodoro; hubo un largo silencio y al final balbucientes voces señalaban el trayecto: va al río… Continuó la conversación con argumentos que más adelante quedarán plasmados en el presente texto, pero ahora es importante expresar el colofón de dicho encuentro. Un caballero de los asistentes manifiesta un gracioso y hasta agobiante comentario: salgo de esta charla a buscar un corcho porque no voy a resistir la responsabilidad colectiva de un acto tan natural.

 

Mucho se habla hoy de la carestía de los insumos agropecuarios y en consecuencia del alza en el costo de la canasta familiar. Es una realidad palpable; hay hambre en el mundo y para mayor preocupación este tiene dos fuentes: hambre por falta de alimentos originada en el sistema económico y hambre oculta o desnutrición, originada en el sistema agropecuario e industrial. Los tres sistemas se aúnan para hacer de cada ser humano una pieza del engranaje y para pretender del planeta una despensa perpetua.

 

Las elucubraciones posteriores del caballero que halló cierto alivio en la utilización del corcho se desconocen, pero si se conoce que todos los organismos de la naturaleza entregan a ella los desechos de su metabolismo para que continúen su ruta circular por el ecosistema y además que tales desechos los depositan in situ; claro ejemplo de ello es el comportamiento de l0s gatos, quienes hacen un pequeño hoyo en la tierra, defecan allí y luego tapan sus heces. Los animales domésticos, excepto los perros de compañía, van dejando a su paso el mencionado material, al igual que los animales en libertad y, guardando las distancias los vegetales, dado que, a su manera, hacen lo propio; hojas secas, ramas, frutos podridos etc, caen al suelo para ser descompuestos por otros organismos que a su vez producen desechos, los cuales nuevamente producen desechos… y sigue la cadena dejando a su paso los nutrientes que tomados por las raíces de las plantas, a la postre harían inexistente el llamado hambre oculto.

 

Lo antedicho hace del suelo una esponja nutricia que acuna el agua en parte de su recorrido cíclico por el planeta, da soporte a las raíces y entrega nutrientes que metabolizados por vegetales y animales se transforman y expanden en formas, colores, sonidos, olores y movimientos haciendo de la biodiversidad una loa a la vida.

 

Sin embargo una, entre todas las especies que comparte la casa Tierra, lleva lo más lejos posible sus residuos sólidos. La materia fecal la envía a la banda transportadora de los ríos, tan lejos que bajar la manija del inodoro borra de las consideraciones el mencionado material; arrastrado por el agua se va tornando problema a medida que la suma de pequeños cauces constituyen los grandes ríos.

 

Grosso modo puede decirse que el metabolismo de cada persona adulta produce al año cinco kilos de nitrógeno, uno de fósforo, uno de potasio, doce de carbono y dos de calcio; multiplicando tal cantidad por el número de personas sin duda paliaría en buena medida los nutrientes que el suelo necesita para producir alimentos, con la ventaja de ser elementos nutricios gratuitos… pero se ha dado como natural recurrir a la industria de tales elementos producidos por síntesis química, lo cual conlleva altos costos tanto en dinero como en contaminación. Varias áreas del saber tienen la responsabilidad social de sacudirse de viejos paradigmas, leer la naturaleza y provocar el cambio… ¿Dónde está la audacia de la ingeniería, la física, la biología, la educación, para superar la crisis del ecosistema y de la civilización?

 

La materia fecal humana junto con otras provenientes por ejemplo de establos, caballerizas y porquerizas bien puede ser una fuente de energía cuando a través de un proceso anaeróbico se transforma en una fase gaseosa o gas metano, excelente combustible y en una fase líquida a ser utilizada como fertilizante natural del suelo. En otras palabras la materia fecal puede transformarse de un lado, en una forma de energía que sume a aquellas como la solar, la eólica o a pequeñas centrales hidroeléctricas y de otro lado, transformarse en abono que aplicado al suelo, con las debidas consideraciones de eliminación de patógenos, propicien los nutrientes requeridos por las plantas y por los cultivos.

 

Los residuos orgánicos domésticos también deben ser redireccionados pues hoy su destino es, en general, ser enterrados en rellenos sanitarios donde quedan sometidos a una imperfecta descomposición anaeróbica que por la cantidad de contaminantes ninguna de las dos fases (gaseosa y líquida) pueden ser utilizadas debido a la carga de sustancias indeseadas que su origen les otorga.

 

Si bien es cierto que vamos haciendo conciencia de la manera enrevesada como habitamos el planeta, también es cierto que se requiere voluntad política para aunar esfuerzos y saberes hacia el diseño y construcción de otro paradigma, descrito en el marco de los derechos humanos y esbozado en los objetivos del desarrollo sostenible No debe ser el modelo económico actual quien determine la administración del ecosistema planetario; el modelo económico debe ser producto de la lectura juiciosa de la naturaleza y la inscripción responsable en sus leyes. Las decisiones individuales son importantes pero es la voluntad colectiva poniéndole cara al despilfarro, la forma de sostener en el tiempo el devenir de la vida en la Tierra.

 

Lía Isabel Alvear.

18 de febrero 2022

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