Masacre 28 de febrero en Barrancabermeja

Fue así como esa tarde, 9 hombres fuertemente armados que se desplazaban a pie, escoltados por una camioneta de color verde, dieron inicio a una masacre cuyo único objetivo era , según palabras del mismo Mario Jaimes Mejía, El Panadero, “decirle a la guerrilla que por ahí había pasado él”.

Luego de dirigirse al barrio La Esperanza, donde se reunieron con una camioneta de color beige y un automóvil de color rojo con otros diez hombres armados, recorrido en el que se llevaron al joven estudiante de 17 años de edad, Edgar Sierra Sidray, desaparecido hasta el momento. Posteriormente se desplazaron cerca al club náutico de Ecopetrol, donde dieron muerte al taxista José Darío Sánchez Aguirre y al vendedor de rifa Jesús Daniel Gil Mosquera. A Luis Miguel Cifuentes, se lo llevaron en su huida, hacia la ciénaga del Llanito, en la vía que conduce hacia Puerto Wilches; después bajaron a los pasajeros del taxi que conducía, el vehículo apareció horas después, pero nunca más lo volvimos a ver. Posteriormente asesinaron a los comerciantes Cesar Manuel Barroso y William Rojas Zuleta, a quienes obligaron a salir al parqueadero donde departían en el estadero El Rancho, para luego fusilarlos. Allí luego de revisar y hacer tirar al piso a las personas que se encontraban en el estadero el Puente, terminaron su macabro recorrido, dejando a Barranca sumida en una estela de miedo y sangre.

Cien metros más adelante las balas asesinas alcanzaron en su huida al subgerente encargado de la corporación Colpatria, Leonardo Guzmán Martínez, que se dirigía en una motocicleta hacia Barranca. Por estos hechos el Juzgado Segundo Penal de Bucaramanga, condenó a cuarenta años de prisión al Panadero y a Pedro Mateo Hurtado Moreno, en concurso heterogéneo con secuestro y posterior desaparición forzada, del que fueron víctimas Edgar Alfonso Sierra Sidray y Luis Miguel Cifuentes Díaz”

Han transcurrido 12 años de haber sucedido este acto de barbarie contra personas luchadoras, honestas, con una capacidad enorme de vivir en comunidad y trabajar por el desarrollo humano, es decir fueron ciudadanos de bien, sin embargo, los familiares y la comunidad en general quienes somos las victimas indirectas, no hemos tenido acceso a la justicia, encontrándose este hecho en total impunidad.

Este cruel hecho antecedido por otro no menos violento como fue la masacre del 16 de mayo de 1998 no amilanó al pueblo de Barrancabermeja en su firme decisión y convicción de continuar adelante construyendo comunidad, ejerciendo la ciudadanía con todo su amplio significado, concretamente, un pueblo activo que propone, critica, que contribuye, que participa en los asuntos que los afecta, en ultimas, materializando lo que significa un Estado Social de Derecho, característica esencial de Colombia.

Las victimas y el pueblo barranqueño, continuamos en el propósito de transformar a Colombia por un país libre de violencia, incluyente, verdaderamente pluralista y participativo. En ese orden de ideas, por mantener la memoria, no olvidar lo ocurrido, propugnamos porque el Estado Colombiano repare integralmente el daño ocasionado y garantice el derecho a la no repetición, no victimización, no persecución y el respecto a la dignidad del pueblo.

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