Un saludo a René Guarín, a los familiares de desaparecidos y desaparecidas del caso Palacio de Justicia, señores funcionarios de la Fiscalía General de la Nación, Instituto de Medicina Legal, Ministerio de Relaciones Exteriores, a nuestros compañeros y compañeras de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, medios de comunicación, buenos días a todos y todas.
Nos encontramos nuevamente hoy en inmediaciones del Palacio de Justicia, donde hace casi un año el presidente de la República Juan Manuel Santos reconoció su responsabilidad por las violaciones a derechos humanos ocurridas el 6 y 7 de noviembre de 1985, en cumplimiento de una orden de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Desde entonces, a pesar del compromiso estatal y gubernamental de cumplimiento de una sentencia cuyo propósito es dignificar la memoria de las víctimas, aportar a la reparación integral y a las garantías de no repetición, no han cambiado muchas cosas.
No se han adoptado resoluciones relevantes por parte de la Fiscalía General de la Nación, la Corte Suprema de Justicia absolvió al coronel retirado Luis Alfonso Plazas Vega, uno de los pocos condenados por las desapariciones forzadas, no se ha resuelto la situación jurídica de los generales de la República vinculados a la investigación por la ejecución extrajudicial del Magistrado Urán.
Acciones que podrían cambiar la vida de la gente como una atención en salud, gratuita, especializada y de calidad en los términos que ordena la Corte, no ha sido proveída a los familiares de las víctimas, esto porque el Ministerio de Salud, no concibe la salud como un derecho y ha llegado a señalar que el cumplimiento de la orden del Tribunal Interamericano es inconstitucional. ¿Desde cuándo garantizar los derechos es contrario a la Constitución? Es claro que a esos despachos del Ministerio de Salud, no llegó la noticia de que Colombia es un Estado Social de Derecho.
Y nos queda la verdad. Hoy queda absolutamente claro para nosotros y nosotras que autoridades militares y de policía tenían conocimiento de la toma del Palacio de Justicia y no hicieron nada para prevenirla, que facilitaron el ingreso de la guerrilla del M-19 para masacrarles en el interior de las instalaciones, sin importar la vida de cientos de civiles, que fueron las autoridades militares que ¡tenían el deber de proteger a los civiles quienes produjeron el incendio que acabó con muchas vidas, que fueron esos mismos militares que sacaron con vida a Cristina del Pilar, a sus compañeros y compañeros de cafetería, a visitantes ocasionales catalogados como sospechosos o especiales, al magistrado Carlos Horacio Urán, a la guerrillera Irma Franco, sabemos que las víctimas fueron llevadas a instalaciones militares, torturadas y de la mayoría de ellos, hoy su familia sigue sin tener una respuesta.
Y sí, tenemos que repetir esta verdad, hasta que cambie la memoria oficial.
Este país merece la verdad. En memoria de Cristina del Pilar Guarín, los demás desaparecidos y desaparecidos del Palacio de Justicia, y quienes hoy no están, los padres de las víctimas, entre ellos, don José y doña Elsa, en reconocimiento a quienes nos antecedieron como el abogado defensor de derechos humanos José Eduardo Umaña Mendoza asesinado por esas mismas balas, merecemos la verdad.
Finalmente esa es la razón por la que estamos hoy acá, dignificar la memoria de Cristina de Pilar Guarín Cortés, la de las caderas anchas, de lunar en forma de Suramérica en la mano izquierda, la de los sueños de volar al nuevo mundo, la soñadora de un país justo, la estudiante de universidad pública: la Siempre Viva.
Pero también estamos acá para honrar a los familiares de las víctimas, en especial a René, ellos que nunca renunciaron a gritar ¿Dónde están?, que nunca claudicaron en su exigencia de justicia, quienes han enseñado a sus hijos, a sus nietos y nietas, quienes también continúan esta lucha, que la dignidad, es el legado más valioso de amor que puede ofrecer una familia.
La historia de Cristina y su familia, es un lección para Colombia, en estos tiempos de esperanza y también de miedo: porque no todo se vale y no todo se compra, porque el amor es infinito y se reproduce en cada acto de memoria, en cada lucha diaria por la verdad y en cada esfuerzo por ser transformar, a pesar del dolor.
A Cristina gracias por estar siempre viva!
“Bajo el arco de luz del firmamento
La tierra de Colombia se estremece;
El odio ruge y su furor parece Al ala torva de un remordimiento. (…)
Piedad para nuestras lágrimas calladas,
Piedad para nuestros desaparecidos,
Piedad para nuestro abandono,
Piedad para nuestras melancolías”
José Guarín