Crónica: Memoria de vida de un “falso positivo”

Crónica: Memoria de vida de un “falso positivo”

El sábado 17 de septiembre de 2016 se realizó en Cabrera el acto de reconocimiento de la responsabilidad y de solicitud de perdón, para dar cumplimiento a sentencia dictada por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca en proceso en que declaró responsable a la Nación-Ministerio de Defensa-Ejército Nacional por el asesinato de Helvir Antonio Torres y el intento de homicidio de su primo, Fredy Torres, ocurrido diez años atrás en la misma fecha en el municipio de Pasca, provincia del Sumapaz.

Al municipio se llega atravesando Pandi y Venecia. Después de cruzar la garganta que se enmarca entre el farallón en el que sobresale una fina cascada de aguas cristalinas y cerros intensamente verdes del otro lado, se abre una meseta en la que reposa el pequeño poblado de clima moderadamente fresco, que ese día se engalanó con el brillo de un sol tibio en un cielo sin nubes.

En la plaza central se destaca un monumento a la memoria del legendario guerrillero campesino Juan de la Cruz Varela. Poco a poco se aglomeran decenas de parientes de la víctima. Entre ellos, con un bajo perfil, Fredy, el sobreviviente del falso positivo, se muestra receloso y dice que es mejor no dejarse ver mucho y no se acerca ni saluda a los militares, porque “con esa gente es mejor de lejitos”.

De su mente no se borra el intenso traqueteo de metralla que lo hizo ver la realidad de la trampa que le tendieron personas que con la promesa de negocios halagüeños lo condujeron a él y a su primo a una finca abandonada. Allí, aún bajo los efectos del licor que en gran abundancia les habían brindado la noche anterior, al salir a hacer una necesidad observó huellas de botas militares en el suelo y regresó de inmediato a advertir a su compañero. No alcanzó a terminar la frase. “Vámonos hermano, estamos gra …” cuando una llovizna de fuego se desató contra ellos.

Con agilidad felina saltó por un hueco de la cocina y ganó el exterior, huyendo por la parte trasera de la casa. Se salvó milagrosamente de uno más de los operativos en que miembros del ejército asesinaban a personas ajenas al conflicto para mostrarlas como “terroristas dados de baja en combate”, como incluso alcanzó a ser presentada la muerte de Helvir Antonio, sin contar con que el sobreviviente revelaría la verdadera naturaleza del montaje.

La llegada de más personas que lo saludan y que se van arrimando tímidamente o forman pequeños grupos en las esquinas del parque lo hace retornar del episodio que hoy se conmemora y lo vuelve a la realidad del evento de hoy.

Luego hace presencia, arribando en helicóptero el viceministro de Defensa, Aníbal Fernández de Soto, quien se une a la delegación del estado, compuesta por los comandantes del Batallón 39 Sumapaz, la Fuerza de Tarea del Sumapaz y del alcalde de la localidad, Carlos Cárdenas.

Dio inicio al acto Rosa Mateus, defensora de derechos humanos, saludando a todos los presentes y a las hermosas montañas que enmarcan el paisaje y brindan agua y aire al lugar. Anunció el orden del día: ceremonia religiosa, palabras del viceministro de defensa, intervención del alcalde, intervención de los hijos de Helvir Antonio, reflexiones de la representante del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, palabras de un representante de los movimientos sociales y representación teatral, para concluir con un almuerzo ofrecido por los parientes de la víctima.

El espíritu se hizo carne

Seguidamente comenzó una sentida eucaristía católica con bellas canciones religiosas, acompañadas de la danza litúrgica de cinco chicas ataviadas de túnicas blancas cruzadas por cintas azules. Las jóvenes, que lucían floridas guirnaldas, acompasaban sus pasos con tres muchachos, todos de blanco hasta los pies vestidos, que matizaban la albura de sus trajes con encendidos cinturones rojos. El sacerdote enfatizó que esta celebración nos une porque representa una causa de todos y para todos. Agregó que esta reparación no era solamente simbólica sino que trascendía mucho más allá al realizarse en presencia de Dios. La eucaristía es la realidad presente de Jesús entre nosotros. Fue emocionante cuando al ordenar a los presentes que se dieran fraternalmente la paz, el viceministro acudió a donde estaban Francia Estela, esposa, y los hijos de Helvir: Leni Santiago, Yeison Alejandro y Óscar, así como a sus hermanos y otros parientes. La eucaristía concluyó con una canción que recuerda a Juan Diego el joven indio al que se le apareció la Virgen de Guadalupe, patrona de México.

Responsabilidad, disculpa y contrición

Sin mayores preámbulos el viceministro pidió perdón a los familiares de las víctimas y a todos los presentes, a nombre del estado y del ejército. Enfatizó en que hechos como los del 17 de septiembre de 2006 manchan la institución militar y empañan la labor que realizan la mayoría de sus miembros. El cumplimiento de la misión de las fuerzas armadas solo tiene sentido si se realiza con respeto a la Constitución y a los derechos humanos. El compromiso es que hechos como este no se repitan y cumplir ese compromiso honrará la memoria de Helvir. Compartió las palabras del cura, en el sentido de que además de la presencia de Dios, la ceremonia se tiene que enmarcar en sentimientos de paz, amor, contrición y compasión que son los que deben guiar al país en este momento histórico de acuerdos para el fin del conflicto armado.

La voz de la autoridad local

El alcalde expresó su solidaridad con los familiares y saludó los acuerdos de paz, a la vez que expresó su apoyo al plebiscito del 2 de octubre. En ese momento los asistentes aplaudieron los llamados a votar SÍ. Recalcó que la paz se consolida con inversión social, deporte, recreación y cultura, así como con acciones en defensa de los derechos humanos y del medio ambiente.

Hablan las víctimas

También vestidos de un blanco total y refulgente, Yeison Alejandro, Öscar y Leni Santiago, los tres hijos del sacrificado, subieron al estrado. Yeison recalcó que para él y para su familia este día era muy importante porque después de muchos años, por fin el ejército reconoce sus errores y fallas al causar este falso positivo. Enfatizó que la muerte de un padre es un acto irreparable y que por lo tanto NO perdonaba. Su hermano Óscar no manifestó expresamente el perdón, pero sí lo insinuó, al decir que aunque hubiere preferido no tener que estar acá este día y haber podido tener un progenitor al cual contarle diariamente cómo le había ido en el colegio o con quien comentar cosas de hombres como las que ahora le están sucediendo en la adolescencia, las cosas de Dios son así, es algo que ya pasó y que hay que superar. Agregó que podría hablar muchas horas más sobre el inmenso dolor que les dejó este hecho y sobre el maravilloso desempeño doble de su mamá como madre y padre a la vez, pero que deseaba terminar diciendo que solo querían que esto no volviera a suceder ni que le pasara a nadie.
El tercer heredero, que tenía pocos meses por la época del asesinato guardó un respetuoso silencio mientras hablaban sus hermanos.

Reflexiones jurídicas y éticas

Dora Lucy Arias, abogada de las víctimas en el proceso, representante del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo recalcó que este falso positivo no fue un hecho aislado sino que formaba parte de una política de estado sistemática, que tuvo sus puntos máximos entre 2002 y 2010, durante los dos períodos del presidente Uribe, bajo la llamada política de seguridad democrática.

Enfatizó la valentía de Fredy Torres, quien contribuyó decisivamente al esclarecimiento de este crimen al acudir a la justicia y revelar todo el entramado del ilícito. Gracias a él se pudo establecer la responsabilidad del coronel Luis Fernando Borja Aristizábal. Sin embargo, la justicia no operó oportunamente y el gobierno nacional no solamente no lo retiró oportunamente del servicio sino que lo promovió a mayores responsabilidades, lo ascendió y lo condecoró. Fue así como asumió la jefatura de la Fuerza de Tarea del Departamento de Sucre y allí, solo cuando ejecutó a 50 personas más con el mismo modus operandi utilizado en el caso de los primos Torres, fue retirado del Ejército. Ahora purga cárcel pero falta llevar a la justicia a los máximos responsables de estos crímenes de lesa humanidad, que se hubieran podido evitar si la justicia hubiera sido más efectiva y si las autoridades del ejecutivo hubieran tomado medidas para depurar las fuerzas armadas.

Concluyó afirmando que es absolutamente necesario que se den garantías de no repetición de situaciones como esta y que los acuerdos para el fin del conflicto armado interno se cumplan con transparencia y honestidad en este momento histórico del país.

Papel de las organizaciones sociales

Seguidamente intervino Alfredo Díaz, del Sindicato de Trabajadores Agrarios del Sumapaz. Comenzó evocando las palabras de José Saramago en el sentido de que “somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos”, para colegir que sin memoria no existimos y sin responsabilidad la existencia pierde gran parte de su sentido.

Puntualizó que este era un acto necesario de desagravio a la comunidad y al valiente Fredy. Los pobladores de esta región sabemos por experiencia propia que los falsos positivos y en general la agresión contra el pueblo fueron una política de estado agenciada por el imperialismo norteamericano. Este acto debe significarle a los campesinos y a los habitantes de esta comarca el compromiso del estado de sacarlo de la lista de las llamadas “zonas rojas” y comenzar a tratarla como lo que realmente es: un territorio de paz que espera la tranquilidad, el respeto de las autoridades y el apoyo mediante inversión social para que los campesinos se dediquen a su misión natural de producir alimentos como lo hace Suetonio, el patriarca, del clan Torres, verdadero maestro del cultivo de papa arriba en el paramo, no muy lejos de aquí.

El arte tiene la palabra

El último acto de la ceremonia fue la presentación del grupo teatral Luna Nueva, formado por Óscar, hijo de Helvir, y sus compañeros de colegio, con la obra “Colombia fusilada”, que muestra diferentes episodios que involucran víctimas de abusos de las fuerzas militares y paramilitares. Una joven violada que como producto de esa monstruosidad queda embarazada y no halla otra salida que quitarse la vida; una muchacha forzada a la prostitución que por negarse a vender su cuerpo a un militar un día que ella “no estaba de servicio” es asesinada; un sacerdote muerto por abrir las puertas de su templo a las víctimas. Los actores mostraron su rechazo a esos actos, declararon malditos a los perpetradores y dudaron de un perdón aparente, de dientes para afuera y en una formidable escenificación terminaron representando a los muertos que solamente reviven cuando hay un insistente retumbar de tambores que convocan a la memoria y la justicia.

Siempre de prisa

Al final, los representantes del estado se despidieron formalmente y no esperaron el almuerzo de integración al que invitó por la familia Torres, que fue disfrutado por cerca de cien personas del pueblo y de algunas organizaciones defensoras de derechos humanos provenientes de la capital de la república.

Epílogo

Sin duda es importante y positivo que se den actos como este, que seguramente se van a incrementar en el clima de reconciliación y avance hacia la paz que vive el país. Sin embargo, es también claro que apenas es un paso en la dirección correcta y que heridas tan profundas no se curan en actos que tienen mucho de protocolarios. Solamente el tiempo y un cumplimiento efectivo de las decisiones de la justicia, de los compromisos adquiridos en los acuerdos para el fin del conflicto y unos mandatarios que realmente den garantía de no repetición de situaciones como la que se evocó, darán la respuesta a la gran pregunta de si la actitud de las autoridades civiles y militares que reconocieron la culpa estatal es sincera.

La sencilla pero diciente actitud de los niños afectados por la pérdida irreparable del padre muestra que el perdón no puede imponerse, que está en el corazón de cada víctima decidir si lo concede o no y que la reconciliación es un proceso de largo aliento.

Entre tanto, tal vez sea posible que la próxima vez Fredy Torres ya no tenga tantos motivos para tener “de lejitos a esa gente”.

Jaime Jurado

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