Derechos humanos elásticos

Derechos humanos elásticos

Si Estados Unidos tuviera verdaderamente una posición honesta respecto al tema de derechos humanos en Colombia, probablemente no se hubieran producido muchas de las tremendas masacres ocurridas en Colombia en las últimas dos décadas. La influencia de EEUU en Colombia es tan fuerte que una descertificación efectiva por derechos humanos de la Fuerza Pública colombiana habría contribuido seguramente a mejorar el comportamiento de tantas unidades del ejército que se han visto implicadas en irregularidades relacionadas con las acciones violentas de los paramilitares.

 

 

Si no por convencimiento, al menos por el interés de no perder los fondos estadounidenses. O por lo menos, EEUU habría podido contribuir a que los altos mandos mantuvieran el control necesario de sus representantes subalternos en las regiones.

Pero no ha sido así. A nombre de los ‘derechos humanos’, el Departamento de Estado certificó de nuevo el pasado mes de septiembre que las fuerzas armadas colombianas son respetuosas de los derechos humanos de los colombianos. Una ‘negligencia’ que puede seguir costándole caro a mucha gente en el país.

El tema de los derechos humanos suele ser muy elástico cuando se trata de definir prioridades. Está claro que los intereses de seguridad que tiene EEUU en Colombia están por encima de cualquier cosa, incluso de valores y principios democráticos básicos. Otros dos buenos ejemplos recientes son Irak y Guantánamo.

Últimamente la base aérea de Palanquero ha sido tema de atención en las noticias. Una de las razones es que ésta es una de las siete bases a las que ahora tiene acceso el ejército estadounidense en Colombia. La otra es que ha vuelto a resurgir el caso del bombardeo a la población de Santo Domingo realizado por un alto oficial adscrito a esa base. Por esta razón, y gracias a un mecanismo en la ley estadounidense que obliga, ése sí, a tomar en serio el asunto de los derechos humanos, esta base quedó descertificada en 2003 en aplicación de la Enmienda Leahy. ¡Qué casualidad que este veto fuera levantado por el gobierno estadounidense en 2008, y poco tiempo después se empezara a hablar de Palanquero como uno de los próximos sitios de aterrizaje del Pentágono en Colombia!

Otro ejemplo deplorable que ha estado de nuevo en las noticias en Colombia es el de la masacre de El Salado. La Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación ha establecido la responsabilidad del Estado colombiano en esta masacre que sucedió a comienzos de 2000, cuando Estados Unidos se aprestaba a confirmar los fondos del Plan Colombia. En esa oportunidad también EEUU prefirió hacer caso omiso de las pruebas que tenían de la complicidad de los militares del ejército con los paramilitares, y el Plan Colombia pudo seguir su curso.

En nombre de la democracia y de los altos valores de la sociedad occidental, Estados Unidos se inventó un mecanismo para controlar que el resto de países de la comunidad internacional se comporte de manera civilizada. Pero cuando no les conviene denunciar las atrocidades cometidas por alguno de los países – porque hay ‘razones de seguridad nacional de por medio’, la seguridad nacional de los EEUU, no la del otro país – se las ingenian para que las calificaciones en derechos humanos del país en cuestión tomen la forma de sus intereses.

A propósito: la US Office on Colombia ha comenzado una campaña en defensa de los defensores de derechos humanos en Colombia. Esta campaña incluye un pedido a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton para que este tema sea prioritario en su administración. Si hay un lugar del mundo en el que el presidente Obama podría fácilmente demostrar su compromiso con la paz – ahora que ha recibido el Premio Nóbel – este es Colombia. Más honestidad y firmeza en el tema de los DDHH sería un primer paso en esa dirección.

Amira Armenta

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