En memoria de Julio Henríquez Santamaría

En memoria de Julio Henríquez Santamaría

Hoy se cumplen 10 años de la desaparición forzada y muerte de Julio Henríquez Santamaría. Han sido años de una intensa actividad jurídica que han conducido a la condena de papel de su principal victimario Hernan Giraldo Serna, alias “el patrón” o “taladro”, un tenebroso violador de doncellas que controló a su capricho toda la franja noroccidental de la Sierra Nevada – alrededor de la Troncal del Caribe entre Santa Marta y Palomino – , hasta su extradición a los Estados Unidos por narcotráfico en 2008, hoy esa zona sigue siendo de producción, procesamiento, exportación de coca e importación de armas, ahora a manos de sus herederos en asocio o sometimiento a otros carteles.

 

La Condena en primera instancia ha sido un importante logro pues no solo fueron 38 años de prisión, los que le esperan si algún día vuelve a Colombia con su propia identidad – sino que además, hay una orden de reparación dentro de la sentencia penal, sin embargo ni una ni otra han podido hacerse efectivas, la primera por sustracción de materia, y la segunda por temor a represalias por parte de los narcoparamilitares, ahora mal llamados bandas emergentes que han continuado el negocio en su nombre.

El proceso penal continúa contra Jairo Musso quien dio la orden final y dirigió el operativo de cuatro personas que sacaron a Julio Henríquez de una reunión con carácter de asamblea de constitución de la Asociación Ambientalista Madre Tierra, donde se encontraba con más de 20 campesinos, cuya intención era crear una gran reserva forestal con los predios de todos ellos y el crimen: sustituir la coca reforestando con cacao y organizar un proyecto eco turístico campesino; este hombre era el segundo al mando de Giraldo Serna quien también está en Estados Unidos negociando su libertad a cambio de información o dinero (quién puede saberlo?), lo cierto es que ha sido imposible notificarle la resolución de acusación en su contra pues el Departamento de Estado de los Estados Unidos se niega a dar información sobre “su testigo” que tal vez ya esté en Colombia con otra identidad, (quién puede saberlo?).

Pues bien, esta actividad jurídica ha llevado a los abogados del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y a la familia de Julio Henríquez a perseguir a Hernán Giraldo Serna en las cortes norteamericanas, donde los intereses de estado defendidos por el Departamento de Estado maniató a su propio sistema judicial negando información sobre el procesado y sugiriendo enfáticamente no reconocer a la familia de Julio Henríquez como víctima en el marco de la esperanzadora “ley acta”, de la cual tienen noticias en Colombia todas las víctimas de los extraditados.

Otro importante logro de la actividad jurídica lo constituye el haber recuperado los restos luego que Hernán Girando diera la coordenadas de la fosa ante la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía que rápidamente y sin ninguna garantía, procedió a exhumar y a contar en sus estadísticas exitosas perdiéndose para siempre muchos elementos probatorios relacionados con el momento previo a la muerte y a la comisión misma del delito o los delitos de homicidio y tortura. Hoy, a 10 años de estos hechos la familia y los amigos de Julio Henríquez tienen finalmente un lugar donde llevarle flores.

Por otro lado, estos 10 años han sido también un ejercicio colectivo de memoria en el que se ha intentado encontrar las claves de su vida, recrear su carácter y entender sus decisiones, sus sueños, luchas y apuestas, Julio Henríquez Santamaría militó durante sus primeros años universitarios en Bogotá hacia 1970 en los comandos camilistas, de donde se retiró y abandonó sus estudios de Biología en la Universidad Libre para dedicarse a su familia en Santa Marta, allá se conoció con Jaime Bateman y Clementina Cayón, así como con muchos otros miembros del M – 19, con quienes retomó la actividad política, retirándose nuevamente hacia 1984 cuando se acogió al proceso de Amnistía del gobierno de Belisario Betancourt, desde allí empezó a dedicarse a la defensa de los derechos humanos y a la paz acompañando el proceso de desmovilización del EPL, en el mismo periodo inicia también el trabajo de formación de pescadores en economía solidaria y cooperativismo, así como la constitución de organizaciones pesqueras y la protección de la pesca artesanal en la zona norte del Caribe colombiano desde Tasajera hasta Dibulla y Palomino, así como la defensa del medio ambiente en Santa Marta y la Sierra Nevada, labor a la que estuvo dedicado por completo los últimos 15 años de su vida.

Esta labor de Julio Henríquez durante aquellos años ácigos de nuestra historia, cobra hoy día especial relevancia, cuando las tragedias ambientales fácilmente prevenibles que ha vivido la Ciénaga Grande, Taganga, la deforestación y erosión de la Sierra Nevada causante de derrumbes, desertificación y escases de agua, así como la crisis de salubridad que vive hoy día Santa Marta y sus alrededores como el desbordamiento de ríos como la quebrada La Lata que hoy lleva su cauce por las principales vías de la ciudad acompañada del contenido del alcantarillado rebosado, la contaminación del mar en la bahía de Taganga y Santa Marta, el mal manejo de residuos del llamado irónicamente “emisario submarino”, la contaminación de la reserva acuífera subterránea por el relleno sanitario de Palangana al cual llaman, también con su dosis de ironía “parque ambiental”, la contaminación por carbón en toda la zona de pozos colorados donde la Drumond tiene sus puertos y en la ruta de trenes y camiones desde las minas en el Cesar y la Guajira del Cerrejón.

Y es que el único ambientalista muerto en Santa Marta no fue JULIO HENRIQUEZ, fueron muchos, muchas organizaciones sociales, muchos líderes comunales y políticos que se opusieron a las arbitrariedades, abusos y malos inventos que hoy tienen hecha una porquería a la perla del Caribe.

NADIEZHDA HENRIQUEZ CHACIN.

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