Liliana Uribe Tirado, de la Corporación Jurídica Libertad,  recibe Premio en derechos humanos

Liliana Uribe Tirado, de la Corporación Jurídica Libertad, recibe Premio en derechos humanos

El pasado 11 de mayo, las Iglesias Evangélicas de Colonia, Alemania, otorgaron el premio “Georg-Fritze Gedächtnisgabe-2010” a la abogada de la Corporación Jurídica Libertad, Liliana Uribe Tirado, como un reconocimiento a labor que esta defensora de derechos humanos realiza desde su organización, y en particular al esfuerzo de Liliana por esclarecer la verdad sobre las ejecuciones extrajudiciales en el país y la lucha por la justicia y la reparación de este crimen de lesa humanidad

 

 

Desde 1981, la iglesia protestante del distrito Colonia entrega cada dos años este premio en memoria de la vida del pastor George Fritze quien se destacó por su oposición al fascismo y lucho por los derechos humanos en su país. El premio busca resaltar a las personas y organizaciones dedicadas a la lucha contra la dictadura y la violencia y que se dedican a apoyar a las víctimas de éstas para recuperar sus derechos.

El Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo” saluda a esta defensora de derechos humanos, amiga y compañera de las luchas por la reivindicación de los derechos, y a todos los miembros de la Corporación Jurídica Libertad, con quienes se han tejido lazos de hermanamiento y solidaridad en el camino por la construcción de un mejor país con justicia y equidad social.

Escrito presentado al recibir el premio Pfarrer Georg Fritze Gedachtnispreis,
Liliana Maria Uribe Tirado
Corporación Jurídica Libertad
10 de mayo de 2010.
Colonia – Alemania

Alumbrar es arder:
el que no piensa se abrasa más despacio;
pero el vivir intenso y el soñar y el sufrir
enardecen las llamas
y apuran el vivaz relucir de la ardua flor del ser:
alumbrar es arder
¡y quemarse alumbrando es vivir¡ ¡Es vivir¡ ¡Es vivir¡”
(Parábola del Foso, Guillermo Valencia)

La historia de los y las defensoras de derechos humanos en Colombia y en el mundo corre paralela con la historia de la barbarie, de las atrocidades humanas, de la noche y la niebla. En lo que parece ser la peor de las paradojas: vida y muerte, represión y libertad, horror y dignidad se encuentran y toman vida en pueblos y personas que luchan justamente por acabar con esta realidad.

Por ello cuando me anunciaron el premio PfarrerGeorg Fritze Gedachtnispreis lo primero que hice fue tratar de entender qué representaba el mismo. Después de mucha búsqueda en la internet y de preguntarle a otras personas, me encontré con la maravillosa existencia de este Padre poco conocido en mi país. Su historia es hermosa: un hombre antifascista, humanista, defensor de los derechos de los obreros y valiente opositor de propuestas autoritarias que tanto daño han causado a la humanidad. En él se cumple lo que ya decía: un hombre que es capaz de defender la vida, de evidenciar la dignidad aún en los peores y más oscuros momentos de la historia.

Quiero resaltar este hecho porque los hombres y mujeres que nos dedicamos a la labor de defender los derechos humanos en medio de las dictaduras y las violencias institucionales lo hacemos porque otros y otras nos han marcado el camino y nos han enseñado con su vida, que podemos aspirar a construir un mundo donde los derechos de los pueblos y del planeta mismo pueden ser un sueño cumplido. La defensa de los derechos humanos ha sido un importante y visible foro para la oposición a los métodos brutales de control social de gobiernos, o de la guerra y de las violaciones masivas de los derechos humanos, no sólo contra las violación de los derechos civiles y políticos sino también económicos, sociales, culturales, incluso el derecho al desarrollo, el derecho al medio ambiente y a la autodeterminación de los pueblos.

Con esta perspectiva se enmarca mi compromiso personal y el de la Corporación Jurídica Libertad, organización de la que soy fundadora y que se dedica desde 1993 a la defensa y promoción de los derechos humanos en el departamento de Antioquia, especialmente de las comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas, de las víctimas de crímenes de lesa humanidad y de los hombres y mujeres perseguidos y judicializados por su opción social o política. Pretendemos que se cumpla el sistema Universal de los derechos humanos aspirando un país democrático, participativo, libertario y comprometido con la dignidad humana.

Sin embargo, esta no es una labor fácil porque en Colombia, defender de los derechos humanos es un trabajo peligroso y a menudo mortal. Diariamente los defensores somos estigmatizados por nuestra labor, amenazados, judicializados por convertir en delito la opinión y la libertad de expresión; sometidos a la desaparición forzada, al exilio e incluso al asesinato. Por ejemplo, recientemente hemos comprobado que desde la Presidencia de la República se ordenó a los organismos de inteligencia del país, como el Departamento Administrativo de Seguridad –DAS- interceptar nuestros teléfonos y correos electrónicos sin autorización judicial, además se ordenaron seguimiento, amenazas y acciones denominadas de inteligencia ofensiva, e incluso se acordó la realización de actos, catalogados por el mismo estamento como terroristas, contra algunos defensores de derechos humanos y miembros de sus familias.

Desde la Presidencia de la república se ha pretendido equiparar el compromiso con los derechos humanos como actos terroristas o vinculados a grupos insurgentes, agravando la situación de todas las personas dedicadas a esta labor al ponerlos en riesgo de muerte por acciones de los grupos paramilitares o de la misma fuerza pública. De allí la preocupación de la Relatora Especial de los defensores de derechos humanos, Margaret Sekaggya, que en su visita el año anterior expresó que:

“Un motivo fundamental de la inseguridad de los defensores de derechos humanos radica en la estigmatización y el señalamiento sistemáticos de que son objeto por parte de funcionarios del Gobierno… los defensores de derechos humanos en repetidas ocasiones han sido acusados por altos funcionarios del Gobierno de ser “terroristas” o “guerrilleros”, o de estar operando en secreto con ellos”. A la luz de lo que he visto y oído en los últimos 12 días, puedo concluir que siguen existiendo en Colombia patrones de hostigamiento y persecución contra los defensores de derechos humanos, y a menudo contra sus familiares. Periodistas, sindicalistas, magistrados, abogados, activistas estudiantiles y juveniles, mujeres defensoras, líderes indígenas y afrocolombianos, así como activistas LGBT han sido asesinados, torturados, maltratados, desaparecidos, amenazados, capturados y detenidos arbitrariamente, judicializados, vigilados, desplazados por la fuerza, u obligados a exiliarse; o bien se han allanado sus oficinas y se han robado sus archivos, a causa de su trabajo de defensa de los derechos humanos y libertades fundamentales.”

Lo expresado por la señora Relatora no sólo ha sucedido en los últimos meses, por el contrario, ha sido una constante en los últimos veinte años y su evidencia está en la memoria de los amigos y amigas que hoy no nos acompañan físicamente, pero que marchan a nuestro lado persistiendo en esta lucha. Ángel Quintero, Jesús Puerta, Julio Ernesto González, Ramiro Zapata, Margarita Guzmán, Eduardo Umaña Mendoza, Josué Giraldo, Jesús María Valle, Héctor Abad Gómez, Elsa Alvarado, Kimy Pernía Domicó, entre otros cientos, fueron asesinados por su lealtad a principios éticos y políticos de defensa de la vida y la libertad. Por eso hoy, aunque parezca absurdo, estamos adelantando la Campaña Nacional e Internacional Por el derecho a defender los derechos humanos. Colombia: defensores de derechos humanos bajo amenaza, que pretende, entre otros aspectos, elevar el respaldo de la opinión pública a la labor legítima y legal de defensa de los derechos humanos, a través de:

1. La promoción de la defensa de los derechos humanos y la paz como un valor esencial de cada persona, en cualquier lugar, tiempo o situación.

2. El reconocimiento de los defensores/as como personas que defienden la dignidad humana, la vida y no como contradictores políticos del gobierno.

3. Los apoyos de sectores clave de la población que exigirán al Estado y gobierno colombiano políticas públicas efectivas de garantía y protección para los defensores/as.

Como podrán darse cuenta, este premio que hoy recibo llega en el justo momento en que los defensores y defensoras de derechos humanos de Colombia requerimos estar rodeados para mantener nuestra labor. Los últimos meses han sido especialmente difíciles para la Corporación Jurídica Libertad que ha recibido amenazas contra varios de sus integrantes, así como el intento de judicializar nuestra labor. Pese a ello no renunciamos a representar a las víctimas para hacer realidad sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación integral. Seguiremos acompañando a los campesinos y campesinas en su defensa de su territorio, a las mujeres, a los niños y niñas, a los desplazados, a los obreros y sindicalistas, y todas las personas que siguen sufriendo los rigores de un conflicto armado que no se resuelve.

Agradezco entonces el enorme aprecio y la solidaridad de las organizaciones de derechos humanos, de las iglesias, de las organizaciones sociales y de los hombres y mujeres que hoy se encuentran presentes reconociendo y valorando nuestro trabajo. Desde hace muchos años hemos contado con ustedes, hemos recibido su acompañamiento y la solidaridad expresada el múltiples formas. Su presencia nos motiva a no desfallecer, a no perder la esperanza porque sabemos que no estamos solos ni solas, porque sabemos que compartimos el ideal común de la felicidad, la vida, la dignidad y la libertad para todos los pueblos y para toda la humanidad.

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