#EnMedios El sucio carbón colombiano de Alemania Por Deustche Welle

#EnMedios El sucio carbón colombiano de Alemania Por Deustche Welle

Foto: dw.com – El Cerrejón, en Colombia, es una de las mayores minas de carbón a cielo abierto del mundo

Publicado originalmente en Inglés en Dw.com

Berlín quiere reducir su dependencia del carbón ruso importando más de este mineral de la mayor mina a cielo abierto de América Latina. Sus deficientes normas medioambientales y de derechos humanos le han valido el apodo de “El Monstruo”.

La gente de la región la llama “El Monstruo”. Se extiende por más de 69.000 hectáreas, un área del tamaño de 100 campos de fútbol, y engulle 30 millones de litros de agua cada día en el árido semidesierto del segundo departamento más pobre de Colombia, La Guajira. A cambio, la mina sacia el hambre mundial de carbón -también en Alemania- produciendo 30 millones de toneladas al año.

El Cerrejón es la mayor mina de carbón a cielo abierto de América Latina y una de las mayores del mundo. Es propiedad de la empresa suiza Glencore. Si el canciller alemán, Olaf Scholz, se sale con la suya, “El Monstruo” contribuirá en gran medida a que los alemanes no tengan que pasar frío el próximo invierno. El canciller habló de ello con su homólogo colombiano, Iván Duque, a principios de abril, porque si Alemania quiere acabar con su dependencia del carbón ruso, debe encontrar urgentemente una alternativa.

Una situación clásica en la que todos ganan, se podría pensar. Pero no para personas como Dulcy Cotes. “Las empresas transnacionales nos asfixian con su afán de lucro”, afirma.

Visita de una banda criminal

Cotes es uno de los casi 700.000 indígenas wayuu que viven en Venezuela y el noreste de Colombia. Hace más de 500 años, fueron uno de los primeros grupos perseguidos por los conquistadores europeos. Medio milenio después, estuvieron entre las primeras víctimas de los cárteles de la droga armada ilegal, que los asesinaron, extorsionaron y expulsaron. Ahora la historia se repite para los wayuu por tercera vez. Muchos viven cerca del oro negro de El Cerrejón, lo que significa que vuelven a estar en peligro.

Headshot of a young woman, long dark hair tied back, wearing a brightly coloured top.

Dulcy Cotes representa a los indígenas que viven cerca de la mina del Cerrejón

“Uno de nuestros líderes indígenas, que hace campaña para impedir que la empresa minera desvíe el arroyo Bruno para extraer más carbón, recibió hace un mes la visita de hombres armados en moto. Es típico que se intente intimidar a cualquiera que defienda el medio ambiente y los derechos humanos”, afirma Dulcy Cotes.

Ella también ha experimentado esta hostilidad. Como miembro destacado de la organización Fuerza de Mujeres Wayuu, que está haciendo todo lo posible para resistir los efectos de la minería, a menudo es blanco de ataques. “Muchas comunidades ya han tenido que alejarse”, dice, “porque la mina se abre paso cada vez más cerca de ellas. No nos sentimos seguros”.

La minería da ingresos a la gente… y la enferma

Pero hay divisiones dentro de la comunidad wayuu. Por un lado, hay gente como Cotes, que está en pie de guerra contra la mina. Por otro lado, están los que trabajan en El Cerrejón y necesitan urgentemente el dinero. La mina da trabajo a miles de personas, en una región donde casi no hay otros empleos y una de cada dos personas vive en la pobreza.

Indigenous woman sitting on dry, cracked ground

El Cerrejón, situado en la región semidesértica de La Guajira, consume 30 millones de litros de agua al día

Pero Dulcy Cotes describe el trabajo agotador que deben hacer en la mina. “Las personas empleadas allí trabajan 12 horas seguidas: el turno de mañana, de 6 a 18 horas, o el turno de noche, de 18 a 6 horas. Se enferman por esto y por todo el polvo de carbón. Es un máximo grado de explotación. Si caen enfermos y exigen una indemnización, tienen que demandarla; la empresa nunca paga por decisión propia”.

Lo que Alemania debe saber sobre El Cerrejón

Hay muchas cosas que la abogada de derechos humanos Rosa Maria Mateus Parra podría contar al canciller alemán Scholz sobre El Cerrejón. No es una historia agradable. Sus sombríos capítulos llevan títulos como: explotación, expropiación, reasentamiento forzoso, expulsión, destrucción, daños medioambientales irreparables. Además, en los últimos años la tasa de mortalidad infantil ha aumentado considerablemente. Alrededor de 5.000 niños wayuu han muerto de hambre y sed en la región que rodea la mina. Esta espeluznante cifra ha llevado incluso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a intervenir.

“La causa es la escasez de agua, porque los ríos y arroyos están contaminados o se han secado”, explica Mateus Parra. “Y la falta de alimentos, porque ahora se extrae carbón donde las comunidades indígenas cultivaban sus verduras. Los niños que sobreviven tienen erupciones en la piel y enfermedades respiratorias debido a la contaminación por partículas finas. Todo esto lo hemos demostrado en los tribunales”.

12 dead fish lined up on the bank of a murky-looking stream

La mina ha contaminado los cursos de agua de la región

Última esperanza: un nuevo presidente

¿Y el gobierno colombiano? Mateus Parra se desentiende. Sin embargo, tiene grandes esperanzas en Gustavo Petro, a quien apoya para que gane las elecciones presidenciales del próximo domingo. Petro, guerrillero en su juventud, es economista y ex alcalde de la capital, Bogotá. Mateus Parra dice que es el único candidato que critica la explotación destructiva de la naturaleza, mientras que los demás promueven la continuidad: la exportación de carbón como forma de controlar la crisis económica interna.

“El gobierno regional de La Guajira está entre los más corruptos del país. Y lo que vemos salir de Bogotá es una línea política que pone los intereses económicos y empresariales por encima de todo: ¡Ya es suficiente! Nadie analiza demasiado cuando una empresa como Carbones de Cerrejón se jacta de proteger la fauna y la flora y de llevar a cabo la reforestación, aunque la realidad sea completamente distinta”.

Incomparable con las minas alemanas

Stefan Ofteringer trabaja en Colombia para Misereor, la organización de ayuda de la Iglesia Católica en Alemania, como consultor de derechos humanos. Ha visto “El Monstruo” con sus propios ojos. Hace unos años, caminó por el borde de la mina en el calor abrasador de La Guajira. Dice que nunca lo olvidará.

“Por un lado, está esta destrucción masiva. Por otro lado, la enorme cantidad de contaminación por partículas finas, tanto por la minería como por el transporte del carbón. Y los temblores de tierra, y el ruido de las voladuras diarias. La mina alemana de Garzweiler [una mina de lignito a cielo abierto, una de las mayores del país – Nota del editor] es un juego de niños en comparación”.

Mina de carbón de Garzweiler: 20 pueblos engullidos y 6 más a punto de desaparecer

Misereor es una de las 160 organizaciones de 30 países que iniciaron la campaña “Vida, no carbón” a principios de este mes. Pidieron a Scholz y a Duque que dejaran de explotar el carbón en El Cerrejón cuanto antes, y que, hasta entonces, insistieran en que se respetaran por fin los derechos humanos y las normas medioambientales. “Desviar el curso del arroyo cercano, que es lo que pretenden los explotadores de la mina para extraer más carbón, sería un desastre socioecológico”, afirma Ofteringer.

¿Pasa la ley de la cadena de suministro la prueba de la realidad?

Ofteringer deposita sus esperanzas en la ley sobre la cadena de suministro aprobada por el Parlamento alemán el año pasado. Según esta ley, las empresas alemanas también están obligadas a rastrear y subsanar cualquier deficiencia al importar carbón de Colombia.

Por tanto, empresas energéticas como Steag y EnBW están sujetas a este requisito. Uniper y RWE también compran carbón a Colombia.

Así que, si todo va bien, es posible que “El Monstruo” sea menos aterrador en el futuro. Está previsto que la mina siga funcionando hasta 2034. Sin embargo, el consultor en derechos humanos Ofteringer advierte que “hasta ahora, las empresas nunca han establecido normas que fueran justas para la población local. Y siempre han sido las élites ricas las que se han beneficiado de la minería en Colombia, nunca la población empobrecida”.

Este artículo ha sido traducido del alemán al inglés por dw.com y del inglés al español por Prensa Cajar.

 

 

 

Share This