Leer la verdad: Algunas claves sobre el Tomo de hallazgos y recomendaciones del informe final de la Comisión de la Verdad

Leer la verdad: Algunas claves sobre el Tomo de hallazgos y recomendaciones del informe final de la Comisión de la Verdad

Serie de artículos de análisis del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo

Capítulo 11: Procesos de reconocimiento de responsabilidades  

Este capítulo final del Tomo Hallazgos y Recomendaciones del Informe Final de la CEV, es de gran relevancia pues desarrolla el proceso y los espacios de reconocimiento de responsabilidades como un punto central para las víctimas -en la búsqueda de la verdad y la reparación-, pero también para los victimarios -en el reconocimiento de responsabilidades y aportes al conocimiento de la verdad-. Desde el enfoque restaurativo del modelo de justicia transicional diseñado por el Acuerdo de Paz, la CEV tuvo un gran reto intelectual y pragmático, en busca de objetivo primordial: Crear las condiciones necesarias para que las víctimas y los victimarios se reencontraran, dialogaran sobre los hechos ocurridos, y pudieran reconstruir el tejido social tan desgarrado en este país.  

Principales hallazgos:  

 Esta experiencia, plasmada en el informe de la CEV nos señala las dificultades intrínsecas desde lo emocional pero fundamental desde lo social, por la complejidad de los procesos de reconocimiento. Desde concertar encuentros entre víctimas y quienes tanto daño les hicieron, hasta conseguir el diálogo nacional sobre los hechos y los rostros del conflicto en el país. Sobre el particular la CEV describe tres elementos fundamentales: i) las motivaciones, ii) la experiencia en concreto y iii) las enseñanzas.  

 Frente a las motivaciones, la idea de reconstrucción del tejido social parte fundamentalmente de la necesidad de superar la idealización del conflicto como un proyecto rentable y sostenible socialmente en Colombia. Es necesario reconectar a las víctimas con sus relatos de dolor, pero también con sus memorias de luchas y resistencias que se ven reconocidas por los victimarios, para que estos se sumerjan y participen en el proceso de sanación de las heridas que causaron. Es necesario superar la dualidad de buenos y malos, para compartir desde la sensibilidad.  

 En la experiencia concreta, la Comisión tuvo el reto de formar ese escenario de diálogo. Primero porque el escenario político era desfavorable y absolutamente rígido en todas sus facetas como para apoyar la superación del conflicto; en lo judicial no tenía una contrapartida consolidada y no existía una fuerza vinculante que motivara a ese diálogo. Fue necesario activar un diálogo nacional en el que se pudieran declarar verdades y se integraran todas las dimensiones de la dignidad humana. Pero se logró, con resultados insospechados para bien o para mal. Miles de emociones y de sentimientos se encontraron, pero se reforzaron ideales de superación de lo ocurrido para la formación de un nuevo mañana: se reconoció el nombre de víctimas, hubo un diálogo desde lo humano, un diálogo de empoderamiento de personas que han luchado incansablemente por saber la verdad de lo ocurrido y se logró integrar todo un cuerpo comunitario alrededor del mismo interés: alcanzar la paz total.  

 ¿Qué se aprendió de esto? Desde una experiencia ética se conoció la existencia, pero sobre todo la materialidad de valores de la vida, los derechos humanos y la humanidad; desde una experiencia política se reconocieron escenarios de poder, jerarquías que se mantienen, convicciones y visiones del mundo y de las identidades construidas en torno de esto, que tienen la capacidad de convivir entre sí en un mismo rumbo hacia el cambio.  

 Reflexiones:  

 Siempre se ha dicho que es más fácil criticar sobre lo que está construido que construir y este es el caso de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. La propuesta de acercar a las víctimas con los victimarios en un escenario no punitivo ciertamente es novedosa y más cuando se enmarca en una propuesta de reconstrucción del tejido social con miras a alcanzar la paz completa en toda la nación.  

 Desde los fines de la justicia restaurativa, alcanzar la paz no parte exclusivamente de la determinación de las responsabilidades individuales – situación que se desata en un escenario de litigio en la misma justicia -, sino del reconocimiento de las causas, características y consecuencias de lo ocurrido para que nunca vuelva a suceder. Poner rostro a la tragedia es importante y se debe valorar el trabajo de la Comisión en ese sentido.  

 Ahora bien, no se debe perder el enfoque en las víctimas, que implica reconocer su concepción de reparación como punto fundamental, así como el enfoque que ellas y ellos le han querido dar a sus procesos. Por ello, pese a la relevancia del reconocimiento de responsabilidades de los victimarios, no se puede convertir en un ejercicio discursivo, sino que debemos resaltar la importancia de la participación activa de las víctimas. En este sentido, las Organizaciones podemos continuar preguntando: ¿Cómo aportaron las versiones en sus luchas colectivas e individuales? y ¿De qué forma podrían sentirse reparadas por estos atroces hechos? Respetando, en cada uno de los casos, las múltiples y válidas reflexiones de quienes sufrieron directamente el conflicto y le apostaron a participar en estos procesos.  

 Finalmente, el trabajo de la Comisión, hace una importante apuesta por la verdad, por el diálogo y por el acercamiento cercano y fraterno que brinda oportunidades a las personas que participan de estos procesos, con sus resultados positivos y negativos. Sin duda alguna, implica un avance importante para la reconstrucción del tejido social de este país.  

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