Reflexión insulsa en un momento atroz

Reflexión insulsa en un momento atroz

Reunidas conmemorando varias décadas de haber terminado el bachillerato, nos dispusimos a verbalizar anécdotas, a reír, quizá a llorar un poco… para concluir que habíamos realizado cosas interesantes, por lo menos desde la concepción de cada una.

Luego evocamos el himno y el escudo del colegio; entonamos el primero con añoranza y emoción y comentamos luego cuán moldeadas quedamos con el insecto trabajador que aun trae el escudo aparejado.

Volvió entonces a los pensamientos la persistente rebeldía que me acompaña desde aquella dura y violenta época de… ¿1.97…? ¿1.98…? ¿1.99…? ¿2.00…? Mmm… parece que no es posible precisar fecha porque quizá sea imposible precisar el momento en el cual la historia de Colombia se escribe con rojo y lágrimas.

Decía, volvió a mis pensamientos el Himno Nacional y su primera estrofa, para entonces con presencia matutina y vespertina, diariamente colado en todas las emisoras, repitiendo insistente: ¡Cesó la horrible noche! ¡Cesó la horrible noche! ¡Cesó la horrible noche!… en tanto que en las noticias de la prensa radia y escrita aparecía: masacre en…, asesinado tal, masacre en…, asesinado tal… y como la gota cala la piedra según vaticina el dicho popular, los signos de admiración del Himno, se vieron obligados a ser más veraces, la interrogación era necesaria ¿Cesó la horrible noche?

Pero si todas las querencias patriótica salen cuando se entona ese poema de Rafael Nuñez, llevado al pentagrama por Oreste Sindici ¿cómo entonar emocionados una mentira, repetirla, repetirla para que parezca verdad? Algo de cierto tendrá que haber en el poema, que acoja también la dinámica y dura realidad del pueblo colombiano.

Leerlo completo aparece como necesario y si bien todo él rima y tiene cadencia, al llegar a la estrofa numero diez la realidad se siente más cómoda:

Más no es completa gloria
vencer en la batalla
que al brazo que combate
lo anima la verdad.
Independencia sola
el gran clamor no acalla,
si el sol alumbra a todos
justicia es libertad.

No es acaso más pertinente repetir, repetir y repetir que la gloria no es ganar batallas, sino fundamentar la verdad como motivo de norte y de lucha; pero también que la independencia no es un texto escrito o una Resolución emanada del Congreso, sino el ejercicio de la justicia individual enlazada en lo colectivo, espacio este en donde ha de circunscribirse la libertad.

Pues bien… sería sano dejar de repetir una mentira: no ha cesado la horrible noche… mejor invoquemos en ese canto que nos une, la estrofa número diez; así anclamos la ilusión de que de tanto repetir y repetir quizá nuestros descendientes puedan disfrutar de la independencia, de la justicia y de la libertad.

Medellín, 4 de noviembre de 2019

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