Reflexiones previas a la segunda vuelta electoral

Reflexiones previas a la segunda vuelta electoral

El contenido de esta columna no compromete la posición institucional del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.

 

“En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a la dignidad de ser humano, ninguna tiranía puede dominarlo”.

Mahatma Gandhi[1].

 

Mucho se ha hablado y se hablará sobre los compliques para elegir los dos más altos cargos del Ejecutivo en nuestro país, así que fácilmente se puede incurrir en “llover sobre mojado”; sin embargo y después del lunes 30 tomado de descanso para dejar asentar datos y emociones, varios aspectos revelan interés. Por ejemplo, la pertinaz insistencia de sacarle en cara el pasado de tal o cual persona, dejando en el silencio el hecho de haber sido bien sea purgado o bien sea desmentido. Obviamente en tal silencio se origina el Coco, espantajo atroz que arrea a buena parte de la sociedad, a punta de miedo, hacia distorsionadas realidades que, dadas por ciertas, tienen a Colombia en un enfermizo estado de injusticia y violencia.

 

La práctica del catolicismo y el cristianismo son comunes en la sociedad colombiana, por tanto es pertinente traer a cuento el episodio del evangelio que narra la presentación ante Jesús de una mujer adúltera pillada en falta, la cual según la ley debía ser lapidada, él pidió que lanzara la primera piedra quien estuviera libre de culpa… pero no hubo piedras cruzando el aire.

 

Llegadas a este punto es necesario hacer un profundo análisis sobre las formas de lucha desarrolladas por personas o grupos para que la comunidad colombiana pudiera acceder a la justicia. Ojeando la historia ha habido quienes como el Doctor José Alvear Restrepo, el Padre Camilo Torres entre otros que, cansados de bregar por construir tan esquivo valor desde dentro del establecimiento, pensaron que había que hacerlo desde afuera y, si había armas de un lado para defender privilegios, habría armas del otro para quitarlos… ¿válido?… es una elección y en ella dejaron la vida. Lo descrito es de vieja data en Colombia, de ahí el regocijo con el Acuerdo de Paz en 2016.

 

También ha habido quienes desde el propio establecimiento levantan la voz y utilizan los instrumentos que dicho establecimiento ha estructurado, para desestabilizar los parapetos que de forma paralela sostienen los privilegios de donde surge la injusticia. Una muestra de tal comportamiento puede verse observando un debate del sector alternativo en el Senado de la República.

 

El candidato presidencial Gustavo Petro ha transitado los dos caminos; del primero salió torturado pero con vida; por el segundo va haciendo que cada vez se escuchen más sus argumentaciones, las cuales sumadas a la creciente conciencia de diferentes sectores de la población, ponen a Colombia en una correlación de fuerzas óptima para abrirle la puerta a la justicia y obviamente cerrársela a la violencia, para abrirle la puerta al vivir sabroso y cerrársela a la indolencia.

 

Sin incurrir en alabanzas que desborden egos, no parece este el momento de sacarle en cara un camino elegido en el pasado, para desvirtuar su actuar posterior; ¿quién ha acertado en todos lo caminos que ha elegido?… Sin duda, nadie habrá podido decir: yo. Ahora bien, la historia nos susurra las palabras-vida de Desmon Tutu[2]: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”; en su caminar por la política Gustavo Petro no ha sido neutral.

 

Lo dicho hasta aquí merece una nota aclaratoria so pena de incurrir en una monstruosidad similar al que al parecer tendría que tragarse la democracia colombiana: un hijo de victimario representando las víctimas. Como nuestro país parió a Macondo, nos son propios asuntos poco creíbles, por ejemplo el de los paraejércitos desplazando campesinos para comprar tierras baratas sembrarlas de novillos y engordar latifundios, es decir, el Bien Común llevado cual perrito faldero por el bien individual o de pequeños grupos, aplastando la ética y la dignidad humana. Ese pasado, dado que fuera pasado, no se puede perdonar ni olvidar; nada que origine injusticia y violencia puede ser tolerado por la humanidad.

 

Por último, y dado el caso que Gustavo Petro se fuera equivocando en el camino, que no se olvide la también elección del electorado, Francia Marquez, su compañera en la construcción de que la dignidad sea costumbre. Además, y eso suele olvidarse: quienes votamos elegimos un programa de gobierno y somos un enjambre gigantesco de veedores.

 

“En mi país, primero se va a prisión y después eres presidente”

Nelson Mandela[3].

 

Lía Isabel

[1]     Pacifista, líder de la desobediencia civil no violenta que liberó la India de la colonización del Reino Unido.

[2]     Clérigo pacifista sudafricano, luchador contra la discriminación por el color de la piel.

[3]     Político y activista sudafricano, luchador contra la discriminación por el color de la piel. Su lucha lo llevó a la cárcel por veintisiete años; luego fue Presidente de su país.

El contenido de esta columna no compromete la posición institucional del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.

Lía Isabel Alvear
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