Es imperativo reconocer que hay causas políticas, sociales, culturales y económicas que explican el conflicto armado desde su origen y en su desarrollo. Desde el establecimiento ha habido una enorme resistencia a reconocer en el rebelde a un interlocutor político y lo han señalado como un bandido. A raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y contra el Pentágono en Washington, es de esperar que en el marco de la nueva situación mundial, sectores oficiales señalen las acciones de los grupos insurgentes como actos terrroristas. ¿Servirá esta actitud para acabar la guerra en Colombia? No. No lo creemos. De cerrarse los escenarios de diálogo, de renunciar a una salida política, sólo estaremos prolongando indefinida e irresponsablemente una guerra que a diario encuentra cómo reproducirse.

Además de un recuento histórico del desarrollo del conflicto armado y de destacar la importancia del Derecho Internacional Humanitario, este texto presenta una propuesta de regulación del conflicto, como producto del trabajo colectivo realizado a lo largo y ancho del país con víctimas, organizaciones sociales y de derechos humanos y en las cárceles con los presos políticos, la cual busca que la guerra se desarrolle con unos límites irrenunciables de respeto a reglas humanitarias. En fin, pensamos que el objetivo prioritario con el cual nos debemos identificar todos es el de la búsqueda inclaudicable de la dignidad humana.